Es propio de la época y del cambio de paradigma la pérdida de confianza no sólo en instituciones públicas y bancarias, sino también en las grandes y antiguas instituciones educativas
Como en todo cambio de paradigma el proceso en el que nos encontramos de transformación de la economía atraviesa tanto tracciones como resistencias. Subirse a la ola del cambio en un terreno tan delicado como es el de las finanzas personales no es un riesgo que asume cualquiera. Cuando hablamos de inversión no sólo implica un monto de dinero, una cifra en una pantalla, sino que hablamos de nuestro tiempo y de nuestro futuro. Por suerte siempre existirá la vanguardia, y dentro de esa vanguardia, las nuevas generaciones suelen pisar fuerte. Según una investigación que llevamos a cabo en junio de este año, sobre una base de cerca de dos mil respuestas, casi el 20% de los usuarios que invierten en la plataforma tienen entre 18 y 25 años, un segmento que se encuentra en crecimiento frente al perfil habitual de usuario en este tipo de acciones, teniendo en cuenta que la edad promedio en el perfil de inversor online ronda en los 35 años.
¿Por qué decimos que el presente está en el campo digital? Mirar lo que está pasando ahora es pensar en el futuro, no uno lejano y utópico sino en el futuro próximo, uno en el que se pueda confiar y tener cierto nivel de certidumbre. Por así decirlo, se trata de entender qué están evaluando las nuevas generaciones al momento de tomar decisiones, pero también mirar en contexto, conocer sus condiciones y posibilidades. No por nada la generación ha adoptado el nombre de “generation rent” –por la tendencia a depender del pago de un alquiler en lugar de acceder a créditos para invertir en propiedades– y ha perdido la confianza en ciertas instituciones burocráticas y antiguas que daban, por el contrario, seguridad a otras generaciones de inversores. Los mercados globales, a diferencia de los locales, se mantienen en alta y con una tendencia a seguir en crecimiento. Este fue hasta ahora el camino de las criptomonedas, desde su inicio hace más de una década. Se trata de mercados más democráticos, que no ponen barreras al momento de incorporar nuevos usuarios sino que abren sus puertas a billeteras más flacas y operaciones menos riesgosas.